Lo que mis ojos vieron, jamás lo voy a olvidar: Dr Urgel Tamarit Martínez

“En este momento no tengo el menor interés en ser prudente, políticamente correcto ni quedar bien con nadie. Lo que mis ojos vieron, jamás lo voy a olvidar. Nadie me va a venir a contar nada, he recorrido Acapulco de punta a punta, desde caleta, diamante, Colosio, Coloso, Sabana y demás zonas conurbadas. Si la devastación que causó Otis me rompió el corazón, las acciones de mis paisanos lo hicieron cachitos lo destruyeron.

Les puedo asegurar, que ya no es cierto, ya no somos más los buenos que los malos. Que los años de normalización de la violencia, la corrupción, el caos, han gangrenado, podrido a la sociedad desde la raíz. Que la generación que viene no es mejor que la que se va, que el futuro de Acapulco no pinta bien.

Por cada persona levantando el escombro de las calles, vi a mil robándose televisiones, muebles, motocicletlas, medicamentos y todo lo que se puedan imaginar que no es de necesidad básica. Por cada persona llorando, en shock con nuestra nueva realidad, había mil riéndose como si fuera el mejor día de su vida. Nadie se unió de la gente para quitar postes tirados y árboles de las calles para permitir que pasaran servicios de emergencia, para reconstruir Acapulco. Sólo se unieron para levantar las cortinas de los negocios, para organizarse casi de manera quirúrgica donde sería el siguiente saqueo.

Empezaron con Elektra, 3 BBB, oxxos, Netos, Aurrera, Soriana etc. para sacar todo lo que pudieran., Después súper mercados, se siguieron con plazas, tiendas departamentales y de cadena. Casas de empeño, mueblerías. Respetaban según, a los negocios locales, de personas como tú y cómo yo que no tienen asegurada su mercancía. Ya no, ya se rompió esa línea. La línea ahora es tomen lo que puedan. Los comerciantes hacen guardia en sus negocios cuando deberían estar en casa, reconstruyendo y cuidando de sus familias. Que sigue? Se van también a meter a las casas?

A Acapulco la naturaleza le dio en abundancia; dos bahías rodeadas de montañas, como si de un anfiteatro se tratara. Dos barras a los costados, una isla paradisíaca y el mejor clima que cualquier destino turístico pudiese querer. Un capricho de Dios, me atrevo a decir. Pero Dios quizás tiene humor negro y para equilibrar las cosas, lo pobló de Acapulqueños.

Acapulco está destruido, Otis lo puso de rodillas y sus pobladores le dieron el tiro de gracia. Yo jamás voy a olvidar que la linea que separa a que las personas comunes con las que crucé cada día lleguen a saquear mi casa o negocio o me roben mi carro, es un desastre natural.
Yo me pregunto donde estuvo la autoridad, donde estuvo el gobierno, después de 7 días todavía se siente desolado y con miedo, Dios nos ayude.
Dr Urgel Tamarit Martínez

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