
Parral Sapiens
Ricardo Urquidi
Cinco años han bastado hasta el momento a López Obrador para acabar con el sector salud, su gestión se ha distinguido por menoscabar, insultar, criticar el rol dentro de la sociedad de la clase media, es claro que a ese sector que cuenta con el mayor índice de escolaridad, no lo puede manipular como a los más de 60 millones de mexicanos que viven en los estándares de pobreza.
Sus acciones para crear dependencia de los sectores más desprotegidos han sido múltiples desde la creación de los programas asistencialistas, hasta la desaparición de los fideicomisos en donde para su criterio existía corrupción y por lo tanto debían extinguirse y sus recursos financieros, destinarse a los programas o sus obras insigne de su administración.
Un organismo que desapareció fue el Seguro Popular creado en el 2004, cuya finalidad era otorgar servicios de salud a toda aquella población que no contaban con IMSS, ISSSTE o servicios de salud estatales, llego a tener 58 millones de afiliados, cuando empieza a operar y llevar medicina, estudios, análisis, atención hospitalaria indispensable, los ingresos del sector salud privado decayeron considerablemente, a pesar de sus carencias, corrupción, el Seguro Popular cumplió una función y atendió a un sector desprotegido.
Ahora cuando desaparece el Seguro Popular con la actual administración federal para dar paso al Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), los servicios de salud a la gente desprotegida caen en forma estrepitosa, de tal suerte que no se atienden a los niños con cáncer, el INSABi que nació sin reglas de operación cae en la baja calidad, desabasto de medicina, saturación de citas, de tal suerte que es el propio Gobierno Federal a través de su bancada morenista en el Congreso de la Unión, que pide la desaparición del INSABI y lo convierte en IMSS Bienestar, saturando aún más al Seguro Social y obligando por decreto al sector patronal de subsidiar a toda la población necesitada de servicios de salud que no está afiliada al IMSS.
En la actualidad se puede observar, ya sea en las clínicas del IMSS o ISSTE, pacientes en los pasillos, quirófanos saturados, operaciones programadas a los tres meses o mas, corrupción en el personal, que ante la desesperación de los familiares que ven que pasan los días y sus seres queridos no son atendidos, por misma recomendación del personal médico, se les aconseja sacarlos del hospital y llevarlos a una institución privada, afín o de los cuales los médicos son socios para operarlos, fuera de la burbuja de salud pública.
Para erogar dichos servicios privados de salud, el derechohabiente del IMSS o ISSTE, sacan sus ahorros para tener una mejor atención médica, los que no tienen, piden prestado, los que son beneficiarios de los programas asistencialistas de López Obrador, dirigen esos recursos sociales federales a dicha atención, los que no tienen ninguna forma de obtener recursos económicos para mejorar la atención de salud a sus personas, simplemente quedan varados en los pasillos de los nosocomios, esperando un milagro para ser atendidos en toda esta maraña que ha provocado el caos gubernamental de la Cuarta Transformación.
Mientras tanto los hospitales privados, médicos generales, especialistas, industria farmacéutica, particulares, charlatanes, chamanes, empleados federales, médicos que conforman el personal médico de las instituciones públicas, dedicados a atender a la población que requiere de atención médica, han visto aumentar sus ingresos considerablemente, algunos honestamente, otros por medio de la corrupción que provoca las políticas federales en torno a la salud pública.
Ante la desgracia de una enfermedad, de perder calidad de vida, el ser humano recurre a los bienes, al préstamo, a sus influencias, a perder su dignidad, a caer en la corrupción… la salud es un valor incalculable, sin bienestar no hay trabajo, no hay equilibrio entre la mente, el espíritu y el cuerpo, por condición humana, hacemos hasta lo imposible para que ese ser querido la recupere, en esa encrucijada está el mexicano cuando se enfrenta al padecerla.
